Humor, sensibilidad y éxitos musicales británicos protagonizan la apertura de los Juegos de la XXX Olimpiada de la era moderna | La aparición del actor Daniel Craig en el papel de James Bond junto a la Reina Isabel II, los gags de Rowan Atkinson y la aportación de David Beckahm, los momentos más celebrado por el público del estadio olímpico
Los Juegos Olímpicos de Londres 2012 se pusieron este viernes en marcha con una ceremonia inaugural en la que Danny Boyle se dio un lujo único: retratar a su país con unos recursos, sensibilidad y humor envidiables y salirse de esa pomposidad vacua y repetitiva que suele marcar la apertura de los JJ.OO.
Fue todo un Trainspotting olímpico, una fiesta tan profundamente británica como internacional, un vibrante homenaje a paisajes, historia, cultura y, sobre todo, al deporte. Un apasionante viaje sensorial de casi cuatro horas que se extendió hasta la madrugada del sábado 28.
"Declaro inaugurados los Juegos de Londres en celebración de la XXX Olimpiada de la era moderna", dijo la reina Isabel II 18 minutos después de la medianoche, instantes antes de que se revelara el secreto mejor guardado: siete jóvenes deportistas encendieron el pebetero en el Estadio Olímpico donde latirán los Juegos hasta la noche del 12 de agosto.
Bradley Wiggins, el primer británico en la historia en ganar el Tour de France, dio inicio a la ceremonia haciendo sonar una gigantesca campana. Y se fue enseguida, porque mañana corre la prueba de ciclismo en ruta, una de las primeras a lo largo de 17 días en los que 10.500 atletas compitiendo en 26 deportes lucharán por llegar a 302 finales.
La ceremonia ideada por Boyle fue fiel al estilo del director, con aceleraciones del ritmo y las imágenes, con momentos para emocionar hasta el tuétano, con pausas, con salidas inesperadas. Y, sobre todo, sin un microsegundo para el aburrimiento.
Fue la primera vez en la historia que la monarca participó en un filme, y Boyle lo exprimió al máximo: envió a Daniel Craig, el último actor en encarnar a James Bond, al Palacio de Buckingham. Tras subirla de día a un helicóptero que cruzó toda la ciudad y sus emblemas, la reina aterrizó en paracaídas -figuradamente, era un doble- en la noche de la ceremonia inaugural. Muchos espectadores tenían los ojos vidriosos cuando la reina, ya de carne y hueso, apareció con un vestido rosa suave en el estadio.
La lista de emblemas, momentos y personajes "very british" fue interminable: el Big Ben, el Támesis, Winston Churchill, la BBC, el Mini Cooper, el actor Kenneth Branagh y la escritora JK Rowling leyendo el párrafo inicial de Peter Pan. También los acordes de temas de los Rolling Stones, The Who, Queen, Sex Pistols, The Clash, Mike Oldfield, Frankie Goes to Hollywood, The Jam, New Order o una nueva versión de una escena clave de Carros de Fuego que incluyó a "Mister Bean", el actor Rowan Atkinson, ganando la carrera en la famosa escena del entrenamiento en la playa. La música, a cargo de la Orquesta Sinfónica de Londres.
La única ciudad tres veces sede de unos Juegos Olímpicos desde que la era moderna comenzó en Atenas 1896 se dio un homenaje y un baño de autoestima sin límites, porque recordó todos los momentos clave y positivos de la historia británica. Los negativos, que también los tuvo la mayor potencia colonial de la historia, no aparecieron.
Hubo un recuerdo a "aquellos que ya no están", lo que trajo a la memoria a los 52 muertos en el atentado del metro de Londres del 7 de julio de 2005, un día después de que la ciudad ganara la sede sobre París y Madrid. Y un sentido homenaje artístico-musical al Servicio Nacional de Salud (NHS), del que los británicos se sienten especialmente orgullosos.
Jacques Rogge, el presidente del Comité Olímpico Internacional (COI), no fue tímido en sus elogios a Londres 2012, al tiempo que destacó que por primera vez en la historia todos los países completaron la inclusión de mujeres en sus delegaciones. Muchas se emocionaron al escucharlo.
"En cierto modo, los Juegos Olímpicos regresan a casa hoy. Este gran país, amante de los deportes, es ampliamente reconocido como el lugar de nacimiento del deporte moderno", dijo el belga instantes antes de ceder la palabra a la jefa de Estado británica, que este año celebró seis décadas en el torno.
"Fue aquí que los conceptos de deportividad y 'fair play' fueron codificados en forma de reglas claras. Fue aquí que el deporte fue incluido como una herramienta educativa en el currículo escolar", destacó Rogge instantes después de que Sebastian Coe, el jefe del comité organizador, lanzara la frase justa: "Nunca estuve tan orgulloso de ser británico".
Boyle le dio una vuelta de tuerca a los usos habituales en ceremonias de Juegos al hacer sonar a los Chemical Brothers en el desfile de atletas que abrió, como es tradición, Grecia. Los Pet Shop Boys con "Western Girls" marcaron el paso de Chile y China, los Bee Gees el de Fiji o Alemania, Traktor el de Malaisia y las Maldivas, Electric Light Orchestra el de Paraguay o Panamá y U2 el de Suecia.
No estuvo Roger Federer, pero sí Usain Bolt, que se tomó cientos de fotos con otros deportistas.
Entonces ingresó el Reino Unido, con buena parte de sus 542 atletas y el estadio se vino abajo. "Heroes", de David Bowie, era el inmejorable tema que sonaba en el final del desfile de una hora y media. Los Arctic Monkeys versionaron "Come Together" de los Beatles y llegó el momento de Coe, Rogge y la reina.
Ban Ki Moon, secretario general de las Naciones Unidas, el argentino Daniel Barenboim y la brasileña Marina Silva, entre otros, ingresaron la bandera olímpica al estadio antes de encontrarse con la leyenda viva que es Muhammad Alí.
El cinco veces oro olímpico Steve Redgrave recibió el fuego olímpico de manos de David Beckham -que llegó en lancha-, una serie de jóvenes tomó el relevo y, mediante un sofisticado y delicado sistema, el fuego comenzó a arder en el centro mismo del estadio.
La ceremonia se cerró con pieles erizadas, porque Paul McCartney, el hombre que junto a los Beatles redefinió la música, cantó junto a 80.000 espectadores y quizás medio planeta el "na, na, na, na, na, na, na, na", esos cuatro minutos finales de una "Hey Jude" que hace décadas que atraviesa los corazones de generaciones y generaciones.
FUENTE: http://www.lavanguardia.com